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Homenaje a la mujer en su día

Cuatro historias que solo demuestran una realidad: nadie como ellas para afrontar cualquier desafío o adversidad. En el Día Internacional de la Mujer ofrecemos un sencillo homenaje mediante estos relatos que retratan la fortaleza de una madre para asumir la educación de hijos con alguna discapacidad.

La sonrisa de Manuel
He aceptado muchas cosas en mi vida, pero lo que me costó aceptar es la discapacidad de mi hijo. Cuando me dijeron que tendría algunos problemitas pensé que se trataba de algo que se superaría con el tiempo. Ahora sé que tiene un retardo mental. Para los dos ha sido duro tener que afrontar la vida así, pero nos hemos terminado uniendo y hemos hecho la promesa que vamos a superar todas las barreras. Antes que la compasión de la gente ahora esperamos tolerancia y compresión. Trato de darle a mi hijo, mi lindo Manuel, todo el tiempo. Mi familia me dice que ahora solo vivo para él, tiene razón. Una madre olvida hasta su condición de mujer cuando trae al mundo un ser que necesitará de ti por siempre. No me asusta o acobarda eso. No me siento mal. Me basta ver su sonrisa para saber que estoy haciendo bien las cosas.
Victoria Villa, Perú

Cómo es ser madre de Luisa
El que piense que ya vivió una relación intensa es porque nunca tuvo un hijo con discapacidad. Soy madre de una niña de 10 años que tiene Parálisis Cerebral. Y como vivimos en una cultura donde los niños son cuidados solamente por una persona (la madre), mi hija tiene de mi lo mejor que puedo dar a un ser humano. Y, a veces, también lo peor. Ser madre de una niña como Luisa es convivir con la irreversibilidad. Es no tener tiempo para el drama. Es, de repente, imaginar como sería ella a esa edad, si no tuviese la discapacidad. Es trabajar duro. Es desanimarse. Es no pensar para no sufrir. Es perder la identidad para ser "la madre de Luisa". Es no causarle envidia a nadie. Sucede que soy rebelde y me niego a aceptar una vida predefinida: la madrecita que renuncia a todo para limpiarle la saliva a su hija hasta morir. ¡No es esa madre la que Luisa merece! ¡No es esa la persona que quiero ser! Por lo tanto, me paso los días cavilando… dándole vueltas a la vida de pies a cabeza. Empiezo por las incógnitas existenciales hasta llegar a la sociología, a la política, a la neurociencia y regreso a las incógnitas existenciales. En medio de ese camino, voy buscando soluciones para los problemitas diarios. Voy abriendo espacio en el mundo para hacer una vida inédita.
Cristina Ramos, Brasil.

Mi vida junto a Javier
Mi hijo tiene hiperactividad medicada y discapacidad intelectual. Es una montaña rusa, como todos los niños hiperactivos no para y es agotador. Tiene también problemas de aprendizaje, de comportamiento, de conducta... Pero es un niño muy sociable, en cuanto te ve te quiere para siempre, no tiene corsés sociales de educación, su inocencia le lleva a ser puro y entregado. A pesar de que será capaz de formarse, me asusta que mi hijo viva en una sociedad incapaz de comprenderle y por tanto de integrarle en su red de ocio, de trabajo, de amigos. Todos sabemos que las personas con discapacidad asumen el 80 o en 90% de paro en este país. Uno de los principales problemas de la integración de las personas con discapacidad es que a la sociedad le asusta la diferencia, quizá por desconocimiento. Convivir con mi hijo nos ha enseñado a amar esa diferencia y a valorar todo lo que nos ofrece desde su visión de la vida.
Amparo Mendo, Argentina, periodista.

Darle alas a Ruth
Recuerdo cuando a mi esposo y a mí nos dieron el diagnóstico tras el nacimiento de nuestra hija menor, Ruth: amaurosis congénita de Leber. “Imposible”, pensamos, “Los médicos se han equivocado; nuestra hija no puede ser ciega”. Éste es el momento más duro de atravesar: el de la negación.
Para las madres, es doblemente trabajoso: aún no nos recuperamos del parto, comienza nuestro puerperio, y ya estamos juntando fuerza para sobreponernos. Finalmente, encontramos el equilibrio y nos inundamos luego de una sensación de confianza en nuestras propias capacidades para cuidar y amar a nuestro hijo tal cual es. La situación se reorganiza, se ajusta, y la familia proyecta su vida en función de las necesidades del nuevo ser.
Lo importante es, una vez superado el dolor, reconstruir fantasías nuevas y esperar infinidad de gratificaciones de este bebé que no era el esperado. Al fin y al cabo, de lo que se trata es de “aspirar a dejar dos legados duraderos a nuestros hijos: uno, raíces; el otro, alas.

Mara Jos, España.

Redacción Taskichiyperu
taskichiyperu@yahoo.com

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