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Testimonio: David, el maestro de María

Madre e hijo llegando al Centro Ann Sullivan. Once años de lucha de María por sacar adelante a David. (Foto: Taskichiyperu)

David, fue un hijo muy esperado, tan esperado que hicimos todo para él, su ropita, su ambiente, su cuarto, pero conforme fue pasando el tiempo yo notaba que él era muy concentrado en mi persona. Mucho era mamá, mamá, todo era mamá y poco a poco fue creciendo y casi no le prestaba importancia a mi esposo. Entonces, cuando yo veía eso, cuando él se iba a trabajar temprano, sacaba la ropita de su padre, su pijama y lo ponía debajo de la almohada de David, y así, fue mi idea, se comenzó a ligar más a su papá.
A los dos años y ocho meses cuando David comenzaba a pronunciar varias palabras de un momento a otro comenzó a taparse los oídos y se movía de un lado a otro gritando, me impresionaba ver eso. Mi esposo me decía, no negra, lo que pasa es que eres muy aprehensiva, mi hijo es normal, sino que no le gusta sentir la bulla de las cosas. Pero yo como madre pensaba no puede ser, así que comencé a recurrir a diferentes sitios, clínicas, hospitales, policlínicos… y en ningún sitio me dieron un diagnóstico. Señora me decían, su niño es completamente normal, está sanito, usted es la enferma.
David comenzó a convulsionar a los 5 años de edad, parecía que la comida se le quedaba, como que era indigestión, y era una convulsión. Eso me decía que algo malo pasaba, entonces recurrí donde un especialista, lo evaluaron y efectivamente mi hijo iba a comenzar a convulsionar con frecuencia, entonces me di cuenta, después de mes y medio, en el Hospital Cayetano Heredia, cuál era su realidad.
El doctor Guillén, que es su especialista lo trata desde entonces, consume 3 pastillas de Valcote de 125 mg, en la mañana, y dos cápsulas en la noche de 125 mg, su diagnóstico es Rasgos de Autismo Leve.
Con David he descubierto mucho amor (tengo dos hijos, David es el mayor y Benjamín el segundo). Con él he aprendido a ser un poco tolerante ante todas las cosas, en realidad, es mi maestro, aunque el resto de personas me dicen: pero debes internarlo porque te estás acabando la vida, primero te mueres tú, y después él.
David tiene hoy 11 años, estudia en el Centro Ann Sullivan del Perú, donde aprendió mucho de lo que sabe. Hoy saluda correctamente, a los hombres les extiende la mano y a las mujeres les da un besito. Sabe poner la mesa, se viste solo, camina independientemente, ya no se corre, echa agua a las plantas. David no es verbal, aunque de vez en cuando le salen algunas palabras, no tiene fluidez en sus palabras. Se sirve su comida, ya le echa mantequilla a su pan, levanta la waflera para meter el pan, y también maneja el horno microondas.
La expectativa con David es que sea más independiente, es lo que más deseo para que no sufra más adelante, que de repente sea una carga para su hermano, o para quien se quede con él en un futuro.
Lo que yo les puedo aconsejar a todas las madres, a todos los padres, que realmente quieran a sus hijos cuando descubren que tienen alguna habilidad diferente, porque no es problema, el problema se lo damos nosotros, ya lo tachamos, porque nos concentramos más en lo que no pueden hacer, en que babea, en que no puede caminar o que no pueden ingerir sus alimentos y que se asfixian y dejan de mirar su potencial.
Yo me la pasé fijándome y concentrándome en las limitaciones de David, y por esa razón, mi hijo se demoró en hacer muchas cosas, si yo hubiera descubierto que tenía autismo y alguien me decía María fíjate lo que tiene tu hijo hubiera avanzando más de lo que ha avanzado hasta hoy.

Testimonio de María Castillo Franco
Redacción Taskichiyperu

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