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Historias: José Raúl, el hombre con parálisis cerebral que desafió la medicina

En su centro de trabajo, en la empresa de telecomunicaciones de Uruguay.

Escribo esta historia para complacer a dos de las mujeres más importantes de mi vida y que por sobre todas las cosas han sabido luchar para que el autor de este testimonio fuese un hombre de bien, y fundamentalmente que, de alguna manera, pudiese cambiar el destino que muchas personas creían que así iba a ser: mi madre y mi maestra particular.
Nací el 18 de Setiembre de 1972, en el seno de una familia trabajadora, era un bebé prematuro de 8 meses de gestación y según los médicos con muy pocas posibilidades de seguir viviendo, además le comunicaron a mis padres que si lograba sobrevivir sería en estado vegetativo... diagnóstico: Parálisis Cerebral.
Creo que estas noticias no cayeron nada bien a ningún integrante de mi familia, pero los médicos, más que médicos son personas, y las personas se equivocan, y a veces sus equivocaciones son elocuentes.
A los tres años llevo a cabo la primera prueba de mi inteligencia y frente a mi madre:
Un día ella se lleva una gran sorpresa, un día llego a casa y yo estaba sentado con un libro y como no hablaba aún le hice señas de que se sentara a mi lado. Le mostré el libro y en el habían nada más que números grandes y muy coloridos, entonces la miré con una sonrisa y señalando el “1” con una mano y con la otra levanté el dedo índice mostrando que significaba dicho símbolo matemático, luego seguí con el “2” y así sucesivamente hasta llegar al “10” y sin equivocarme en el equivalente.
Cuando terminé mi madre estaba totalmente atónita, solo se limitó a abrazarme fuertemente y darme un beso, las palabras en esa ocasión no servían.
Poco días después salí con mi madre y mi inolvidable “AKI” (así llamaba a mi niñera) y pasando por un cartel de un refresco muy popular, entonces me llevé el dedo pulgar a la boca indicando que aquel cartel era de algo que se bebía.

Con su madre Leamar Alvariza en su cumpleños número 34 celebrado a lo grande.

Y dijeron que sería vegetal
Recordemos que los médicos habían pronosticado que sería un vegetal, ¿un ser humano en estado vegetal puede contar hasta diez y reconocer una publicidad?
Mi madre me cuenta que cuando estaba internado producto de una prótesis de cadera que se me hizo teniendo yo casi cuatro años de edad, un médico le preguntó por qué me leía libros de cuentos ya que para el yo jamás entendería nada. Ella lo miró y siguió leyéndome las colecciones de libros que ella y mis abuelos me compraban.
Ahí creo que los médicos desconocían totalmente mi enfermedad o no se daban cuenta que aún si tenía problemas motrices o físicos tal vez tuviese inteligencia normal.
Luego de mis “proezas” narradas anteriormente, mi madre comenzó a darse cuenta de que yo no era ningún “vegetal” y junto con mi abuela decidieron llevarme a un especialista de renombre.
Cuando entramos al consultorio el médico le preguntó a mi madre: “¿Ud. Dice que su hijo sabe contar hasta diez, que reconoce los números... y que hasta sabe sumar y restar?”, ella le respondió que no creía sino que yo sabía hacer esas cosas, entonces el médico se levantó y fue hacia donde yo estaba sentado sobre una lujosa alfombra, lo miré y me sonreí. Él empezó a preguntarme: “dame un uno” y yo le respondía con mis deditos sin equivocarme, luego aquel hombre se puso delante de un pizarrón e hizo varios números y a continuación comenzó a preguntarme: “¿Qué numero es?”, “¿Y este otro?”, mis deditos jamás se equivocaron.
En eso mi madre le dice: “Perdón Doctor, ¿hágale una operación de suma y otra de resta? Creo que el hombre accedió de mala gana y una vez más volví a no equivocarme, en cuanto terminó fue lentamente a su escritorio, se sentó en su lujoso sillón, tomó su cabeza con sus manos y apoyando ambos brazos sobre el escritorio exclamo: “¡¡No lo puedo creer!!”.
Sin lugar a dudas yo había dado por tierra todo lo que aquel médico creía saber de mi enfermedad, más aún, termine dándole una lección.
Luego el médico explicó (con aire de asombro) que mi caso era raro y que no podía tratarme porque escapaba de su especialidad, pero así mismo le pidió a mi madre que me llevara a una doctora que según él estaba mejor especializada en casos como el mío.
Y de ahí en más todo fue estudios, consultas, tratamientos y sobre todo fuerza espiritual, voluntad, amor, entrega, ganas de querer superarse y lucha... mucha lucha para seguir adelante, porque quien no lucha prácticamente queda al margen de este mundo día a día más duro y difícil y más aún para personas con “problemas”.
Tiempo más tarde se me puso maestra particular, me enseñó innumerables cosas y ella también aprendió de mí.
Hice cuatro años en casa y luego a petición exclusiva de mi querida inspectora (esa señora iba a mi casa en fin de año y se encargaba de darme el examen final para poder pasar de clase) se me ubicó en un colegio privado y con chicos “normales”, ahí comencé a ver y conocer el verdadero mundo real, muchos pensaron que no aguantaría demasiado tiempo, pero una vez más... se equivocaron y logré pasar al liceo.
En el liceo me fue mejor porque en la escuela había adquirido muchos conocimientos que ni mis padres, mis abuelos y ni mi entrañable maestra particular o no supieron enseñarme o simplemente no estaban enterados sobre las “trampitas” que los estudiantes de mi generación sabían.

José Raúl con la camiseta del Barcelona de España, uno de sus equipos favoritos.

No quería una pensión, quería trabajar
La vida en el liceo es esencialmente primordial a la hora de marcar un rumbo o definir un destino, pues ahí me di cuenta de que el mismísimo gobierno de mi país me estaba tratando de “incapaz” con una simple pensión
Logré hacer cuatro años de liceo, cosa que muy pocos creían, luego del liceo y a insistencia de mi madre hice un curso de computación y ahí si, comencé a “gritar” de que no quería más esa pensión que el Estado me daba, quería valerme por mi mismo, quería un empleo para demostrar que no tenía nada de “incapaz” y que perfectamente podía hacer cosas.
Hoy casi treinta años más tarde... aquel vegetal... aquel niño que difícilmente pudiese vivir por sus medios... aquel joven sin futuro... tiene un trabajo, un empleo, trabaja nada más ni nada menos que para el gobierno de su país, trabaja como oficinista en el sector administrativo de la empresa de telecomunicaciones de Uruguay desde hace nueve años y sigue luchando por más. Porque sé que puedo, porque detrás hay muchas, muchísimas personas que saben que no los defraudaré y quiero seguir cumpliendo ese mandato que la vida y que Dios me ha encomendado hasta el final.
El triunfo de poder entrar en el mundo laboral se lo debo a dos de mis muchos amigos. Si no fuese por ellos aun estaría “gritando”.
A mis padres, a mis abuelos, a mis tíos, a mis primos, a mis maestros, a mis profesores, a mis queridos compañeros de clase en el colegio y en el liceo, a mis amigos, a mis queridos compañeros de trabajo, en fin, al mundo, gracias.

Testimonio de José Raúl Sosa Alvariza, escrito desde Uruguay

4 comentarios:

Unknown dijo...

Historias como esa son las que debemos conocer quienes no tenemos ninguna discapacidad física aún y más que nada quienes somos padres y podemos serlo en un futuro de un niño discapacitado. De este tipo de testimonios debe haber varios en nuestro país y sería un gran aporte que ustedes los encuentren y los difundan. Así los padres se convencerán que cuando nace un niño con algún problema físico, la lucha por su desarrollo personal será mayor que con cualquier otro niño, pero la deben hacer. Tener estos ejemplos dará a muchos padres la fuerza que necesitan para seguir adelante. Felicitaciones y masifiquen este testimonio, realmente impacta.

CarmenMaria66 dijo...

Conoci de este blog por el mismo Jose Raul , de quien puedo decir es una persona con una fuerza de voluntad muy grande y que creanlo o no es mi apoyo en muchas situaciones. Tengo una hija bipolar que adicionalmente tiene RM Leve. Hoy, por ejemplo, esta pasando por una turbulencia (alucinaciones y temblores) y al primero que encontre fue a Jose Raul con los brazos abiertos para escucharme y ser apoyo moral
Te quiero mucho. Gracias por existir!!!!!

Equipo de editores de elcartucho.com dijo...

Estimado Jaime, éste es uno de los artículos que deseamos publicar en http://www.lazarum.com
Creemos que es una historia emocionante que vale la pena difundir. Un cordial abrazo.

Nestor De Luca
http://discapacidad1.blogspot.com

Helena dijo...

Hola José Raúl!
Mi nombre es Helena Vega, me gustaria chatear contigo porque soy una persona con Parális Cerebral, al igual que usted no me afectó la inteligencia, ya que actualmente estoy llevando una Maestría en Administracion de Recursos Informáticos, pero en fin me gustaría conversar contigo.