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Historias: Reny, deportista y bailarín



Reny en familia. Con sus padres y su inseparable balón. (Foto: Taskichiyperu)

Cuando nació Reny fue una alegría aunque no estaba tan convencida qué era lo que pasaría hasta que lo confirmó el doctor, quien me dijo que estaba en lo cierto: “Su niño ha nacido con Síndrome de Down” y que solo podía avanzar con la ayuda de nosotros. Fueron días de llanto ya que él se quedó en la incubadora, había nacido a los ocho meses y estaba amarillo (por la bilirrubina).
Tenía que dejarlo y regresar para darle de lactar, durante quince días se estuvo alimentando así. En casa todos esperaban su llegada, conversé con mis hijos, los mayores, y comprendieron acerca del estado de Reny, aunque mi esposo no lo aceptaba, no entendía por qué había nacido así.
Entendí que mis esfuerzos, paciencia, amor, cariño, tenía que entregárselos a mi hijo: ¡Me necesitaba¡ y hasta ahora pido a Dios que siempre me sepa dar fuerzas para estar con mi hijo y tolerancia para con mi esposo ya que aún ahora que Reny está por cumplir nueve años siento que no lo acepta totalmente como es.
El doctor nos dijo que tal vez tardaría en caminar o en hablar ¡para mí fue un reto¡ Me propuse hacerlo caminar ya que desde el día que llegó a casa sus ejercicios eran constantes, llevándolo al Hospital del Niño para su rehabilitación.
Compramos una piscina donde lo hacíamos chapotear y era una alegría verlo mover sus miembros inferiores ¡tenía que caminar¡ y lo logramos junto a mis hijos y mi esposo. Vimos caminar a Reny al año y tres meses.
Doy gracias a mi hija mayor, que como a un hijo propio llevó a Reny a sus terapias, es que yo trabajo todo el día. Ella siempre se ha preocupado por su hermano y nunca deja de hacerlo.
A los tres años Reny comenzó a asistir a su terapias, siempre acompañado de su hermana que lo quiere un montón. A los cuatro y cinco años estuvo en un colegio particular de Canto Grande, en el distrito de San Juan de Lurigancho, donde avanzó con su motricidad gruesa y fina. Siempre le gustó jugar con la pelota (es zurdo y juega bastante bien), bailar e imitar lo que veía.
A los seis años estudió en un colegio del distrito de Jesús María donde aprendió a pintar, recortar, ser más independiente, más sociable. Ya se sacaba y cambiaba de ropa, subía y bajaba las escaleras. Se le notaba más seguro, comía solo, se cepillaba los dientes. Fue escogido para representar a su colegio en la disciplina de atletismo, donde ganó y trajo su medalla. Fue una alegría tremenda para todos en casa y él se sintió muy feliz porque todos los felicitaban.
Lamentablemente por motivos económicos hemos tenido que cambiarlo de colegio y matricularlo en el Especial Los Pinos de Canto Grande, donde el primer año que llegó lo evaluaron y nuevamente ha tenido que hacer Inicial I y II.
Este año, en 2006, está en Primer Grado A. Pinta ya sin salirse de la figura, recorta mucho mejor las figuras, juega mucho con la pelota, participa en las actuaciones y está por participar en las Olimpiadas de Atletismo. Siempre conversamos y tratamos de que sea sociable. Se alegra cuando le digo qué vamos a comer hoy.
Reny saluda y se despide. Lo hace no solo en casa sino con las personas que conoce. Prende y apaga el equipo de música, goza bailando; prende y apaga la computadora.
Deseo de todo corazón que mi hijo logre hablar bien ya que si bien he descuidado sus terapias de lenguaje, veo que mi hijo puede hacerlo. Cuando hacemos sus ejercicios gestuales lo hace y repite palabras cortas. Imita bien los sonidos, pero no sé cómo ayudarlo más y me desespero y lloro en las noches sola porque siento que no puedo ayudar a mi hijo para que hable. Él se comunica conmigo, así con medias palabras me canta y recita poesías que como madre yo le entiendo y le pido a mis hijos y a mi esposo que le tengan paciencia por sus conductas y porque en ocasiones creo que no lo entienden. De verdad lloro mucho con este tema, hasta me siento algo inútil por no ayudarlo a poder hablar.
Dios, dame paciencia, fortaleza, amor, para seguir ayudando a mi hijo ya que cuento solo con el cariño y comprensión de Susana, mi hija mayor que siempre y hasta ahora lo entiende y siempre me lo demuestra cuando llega a casa y veo a Reny feliz cuando la abraza y juega con ella.
Reny recién va a ir a sus terapias de lenguaje donde su especialista. He tratado de ayudarle, también lleva terapia donde estudia, pero veo que no avanza con su lenguaje. Mi esposo siempre ha pensado llevarlo a un lugar particular, pero hasta ahora no toma la iniciativa, espera que yo lo haga. Así que voy a dar ese paso necesario para mi hijo.
Yo acepto a Reny como es, lo conocen mis compañeros de trabajo, soy profesora de educación inicial. Ellos lo quieren. Es que él se hace querer y juega con todos. Es un verdadero niño sociable que sabe dar mucho amor y es la razón de mis mayores esfuerzos.

Testimonio de Marita Guerrero
taskichiyperu@yahoo.com

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